Mientras termino de beberme el
que tal vez sea el último vaso de agua en un tiempo..., Claudette llega con los
trajes y nos ayuda a colocárnoslos, ya que sólo faltan diez minutos para entrar
a la arena.
-¿Cómo crees que será la
arena?-pregunta Lenny con entusiasmo a la estilista.
-No se a que te refieres
querido -dice mientras termina de ajustarme los pantalones.
-Dijiste que los trajes
estarían diseñados para poder aguantar mejor las condiciones del entorno. ¿A
qué crees que se adaptan estos?
-Pues... sinceramente no lo
se, el tejido es aislante, tanto del frío como del calor, y el blanco de la
camiseta y el oscuro de los pantalones no os ayudará a camuflaros...
Una voz nos dice que debemos
subir a una especie de tubo que nos transportará a nuestra plataforma, así que
Claudette se despide y nos desea suerte. Al parecer está un poco afectada y es
raro que no haya dicho ningún comentario sarcástico.
Me dispongo a entrar en el
tubo, cuándo...
Lenny se me acerca y me
estrecha suavemente la mano en silencio, yo hago lo mismo y le deseo suerte. No
debo echarle culpa al chico de algo que es ley de vida y que tiene tan pocas
esperanzas de conservarlo.
Los juegos van a comenzar:
60,59,58,57,56,55,54,53,52....
Salgo al exterior y todo
me deslumbra, ante mis ojos está el
lugar más hermoso que pueda haber en la faz de la tierra. Un gran campo plagado
de hierba y flores, arbustos con todo tipo de frutos apetecibles, frondosos árboles
frutales... Al oeste se encuentra una enorme colina en forma de volcán (tal vez
lo sea) y el otro lado está tan poblado que no alcanza la vista a ver lo que
hay al final.
20,19,18,17,16,15,14,12,11....
Vuelvo a la realidad justo a
tiempo, todos están profundamente impactados y cuando suena la campana apenas
lo escuchan.
Yo salgo corriendo como un
relámpago hacia la Cornucopia, un gran cuerno dorado de un brillo asombroso,
cuándo llego me paro unos segundos, no se que coger pero de momento recuerdo
los consejos de Rose y me tiro a por un manojo de cuchillos del suelo, cojo dos
mochilas y un pequeño contenedor con comida. Me cuelgo ambas mochilas y en una
mano sostengo los cuchillos y el contenedor y en la otra una especie de
plástico para protegerse del tiempo.
Vacilo unos instantes en coger
una gran hacha dorada que se encuentra en el interior, pero descarto
automáticamente la idea ya que los demás tributos están llegando, y a la cabeza
va Anelem.
Salgo huyendo justo antes de
que comience la cruel lucha inicial entre chicos y chicas inocentes, esta noche
muchos ya estarán en un lugar mejor. Como no se hacia donde dirigirme, opto por
un camino que se dirige torpemente entre los árboles, dejando atrás el volcán.
Continuo mi camino cada vez más lentamente hasta que
encuentro un gran árbol donde pasar la noche, tardo un rato en subir mis cosas
y colocarlas allí pero consigo acomodarme.
De pronto... escucho un siseo.