CAPÍTULO
9
Sophie
deja escapar un sonido ensordecedor, y nos grita que no entremos,
pero es demasiado tarde... Maysilee y yo lo hemos visto todo. Un
horror me invade y me hace un nudo en el estómago, estoy paralizado.
Maysilee no sale de su asombro y, al igual que yo, está pálida como
la nieve.
No
despierto de mi horror hasta que un chico avox nos sirve una tila y
nos acompaña al salón. Sophie está llorando, le pregunto que si ha
podido ser un asesinato, aunque se que este no es el mejor momento
para ese tipo de preguntas.En ese momento, la chica avox entra en la
sala con un bote de analgésicos y nos lo muestra. Lo ha encontrado
en la habitación, junto al cuerpo.
-Era
demasiado joven, aunque su vida estaba destrozada. Nos es fácil ver
morir a dos chicos, a los que, prácticamente, has visto nacer; y
sentirte culpable de no poder haber hecho nada por difícil que sea.
Ni siquiera todos esos medicamentos hubiesen podido consolar el dolor
y la culpabilidad que se le va acumulando año tras otro.
Aquellas
son las únicas palabras sensatas que he oído de la boca de la
mujer, al fin y al cabo, le duele su pérdida, igual que a todos. Yo
no le tenía ningún afecto a aquel señor, pero era de casa... y mi
único apoyo en los juegos. Ahora tendré que valerme por mi mismo, y
los pocos patrocinadores que podríamos haber tenido ya no podrán
hacer nada.
La
idea de que contemplaré otros cadáveres así durante los juegos me
carcome por dentro. La imagen del cuerpo me atormenta los
pensamientos mientras me voy a mi habitación. Me tumbo en la cama e
intento relajarme, pero es inútil, sigo temblando de pánico.
De
repente, oigo otro grito... Esta vez no es Sophie, sino Maysilee. Me
levanto a la velocidad de un rayo y corro hacia la habitación de la
chica, el corazón me late muy rápido y una preocupación me invade.
Cuando
llego, Maysilee está tumbada en la cama sudando y con la cara
blanca. Le cojo la mano y le susurro que solo ha sido una pesadilla.
Me pide que me quede con ella, que no la deje sola...
Necesita
tomar un poco de aire fresco y la llevo a la azotea del Edificio de
Entrenamiento, cuyo acceso está en nuestra planta. Nos sentamos y la
dejo que se tranquilice, una lágrima se empieza a deslizar por su
mejilla, seguida de un llanto.
Yo
aprovecho para llorar en silencio, me acuerdo de mi abuela, de la
gente que quiero y la que no puedo defraudar, pero me siento incapaz
de seguir adelante y luchar, porque un miedo me ata y me lo impide.
En aquel instante, saco la foto y contemplo mis padres, la sonrisa
de Casia, los ojos de mi madre como un cielo de tormenta, los brazos
de mi padre que siempre me rodeaban cuando llegaba a casa...
Ahora
me siento lleno de valor y capaz de seguir adelante y luchar, voy a
hacer lo posible por cumplir la voluntad de mi abuela, pero hay un
obstáculo muy fuerte...
Maysilee
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