Nos
fundimos en un abrazo, su cuerpo es cálido y agradable. Me siento
consolado junto a ella, incluso feliz, como si no hubiese pasado nada
ni nos fuera a pasar.
Finalmente,
nos separamos y ella se enjuga las lágrimas con el traje de minero,
que aún llevamos puesto. De repente, el broche del sinsajo se le
despega y se cae a la larga avenida del Capitolio. Se asoma desolada,
ha perdido lo único que le recuerda a su hogar y a su familia.
Voy
a abrazarla de nuevo, pero algo nos interrumpe...
El
sinsajo cae en nuestros pies, no salimos de nuestro asombro, es como
si alguien lo hubiese devuelto. Me asomo pero no veo a nadie, lanzo
una piedrecita para ver que ha pasado y choca con una especie de
campo de fuerza que lo devuelve.
Dejo
escapar unas risitas, Maysilee se asoma y hace lo mismo, al cabo de
un rato estamos los dos riéndonos mientras jugamos con el campo de
fuerza. Me siento como si me estuviese burlando de los del Capitolio,
siento una sensación de alivio, aunque parezca una tontería, estas
risas me sirven para pensar que soy fuerte y puedo ganar, que ellos
no son una amenaza.
Después
nos vamos a dormir, no dejo de darle vueltas a lo del campo de
fuerza, tal vez eso me de una pista sobre la arena y se me ocurre una
gran idea. Mi estrategia será alejarme de todos y correr hacia el
final del estadio, quizás, solo quizás, allí pueda encontrar algo
que pueda usar como arma.
Duermo
tranquilo, excepto alguna que otra pesadilla, a pesar de eso, estoy
muy descasado por la mañana y preparado para aprender cualquier
técnica que me pueda ser útil.
Durante
el desayuno, todos están muy callados y nadie comenta nada acerca el
suceso de la pasada noche, nadie salvo la pequeña Lucy que pregunta
quien será nuestro mentor.
-Este
año querida..., debido a este terrible contratiempo... Tendréis que
arreglaoslas sin mentor.
La
chica protestó pero es inútil, una vez más, el distrito 12 vuelve
a jugar en desventaja.
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