La
comida es estupenda, de entrante comemos gazpacho, seguido de un gran
plato de pato a la naranja con una salsa violeta. Como hasta a más
no poder, y durante el postre, que es un dulce redondo de chocolate,
la tributo del 1 interrumpe el silencio:
-¡Devuélmelo
rastrera! ¡Eso es mío muerta de hambre! -grita histérica-
La
chica del 4, que está muy asustada, dice sollozando:
-Yo
no he sido Anelem, te juro que yo no he sido - le ruega-
Anelem,
la chica del distrito 1, se dispone a agarrarla del cuello y, de
repente, unos guardias entran en el comedor y se llevan a la chica
para darle una regañina, pero al ser del distrito 1 la sanción no
será tan grave.
Esto
es injusto...
Lucy
me guiña un ojo sonriente y me muestra el dulce de la chica.
-Guarda
eso pequeña ladronzuela- le susurro entre risas-
Su
actitud me deja sorprendido, al fin y al cabo, esta niña tiene
grandes habilidades que no hay que pasar por alto en la arena, es
sigilosa y sobre todo valiente.
Al
reanudar el entrenamiento, decido volver al puesto de raíces pero
Rose, la señora, me dice que pruebe mis habilidades con las armas y
me despido de ella. Me dirijo al puesto de lanzar cuchillos, allí
está Maysilee y compruebo que tiene muy buena puntería, tanto con
los cuchillos como con el arco, cosa que me sorprende mucho.
Me
dispongo a lanzarlos yo, pero no acierto ni una, decepcionado, opto
por el cuerpo a cuerpo, y allí me bato con el hacha, el cuchillo y
la espada con el chico del 8. Salgo victorioso de los tres, al fin y
al cabo, esto se me da muy bien y continúo toda la tarde
practicando.
Los
días transcurren tranquilos, gano habilidad en la lucha cuerpo a
cuerpo, aunque no soy una maravilla física como los tributos del
distrito 11 tengo una gran agilidad para esquivar los golpes de mis
atacantes. De vez en cuando visito a Rose que me enseña más sobre
raíces y me da consejos para sobrevivir a “Los Juegos del Hambre”.
Llega
el último día de entrenamiento, ese día lo paso hablando con Rose,
me recuerda mucho a mi abuela, sus ojos grises, las marcas de arrugas
en la frente... todo eso es como si ella estuviese allí presente. Le
muestro la foto de Casia y mis padres, la observa con tristeza y me
dice:
-Conocí
a Casia, era una chica de cabello rubio y ensortijado, muy alegre y
siempre estaba feliz... hasta que aquel chico le apagó su sonrisa.-
dice con una lágrima deslizándosele por la mejilla.- Siempre me
hablaba de su hermanito de siete años, al que le prometió que
ganaría... Y el último día me dijo que si moría, que le hiciese
llegar esto a su hermano, para que vea que lo recordará siempre.
La
mujer saca una carta con un dibujo de dos niños de la mano rodeados
por pajaritos, en la parte superior, escrito con caligrafía infantil
se puede leer:
Para
mi hermanita Casia, recuerda que para mí siempre serás una
ganadora. Te quiero, Haymith
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