Sophie se aleja y me deja en manos
de mi
estilista, una chica alta y esbelta de cabello largo y rizado, llamada
Claudette. Ella, a diferencia de los demás ciudadanos del Capitolio, no
presenta ningún rasgo exagerado, a excepción de que su cabello dorado brilla de
forma sobrenatural ,pero a la vez hermosa, al igual que sus largas pestañas.
Me examina con la mirada y
dice:
–
Veamos qué
podemos hacer contigo, pero antes, me temo que te tienen que arreglar un poco,
pareces sacado de una de esas pocilgas donde criáis cerdos -dice con una mueca
de desprecio-.
–
Para tu
información, la industria del distrito 12 es la minería, el cuidado de las
reses se le atribuye al 10.- digo irritado-.
–
Ah, es verdad-
responde de manera tranquila, recalcando su ridículo acento en cada palabra-.
Me conduce hacia una diminuta
sala y se marcha, allí hay una bañera donde me meto y tres extrañas mujeres me
frotan con ungüentos apestosos mientras que canturrean. Una me pregunta mi
nombre y, seguidamente me dice:
–
Haymith, veo que
te vamos a tener que tratar el bello y maquillarte antes de dejarte con
Claudette.
Me tumbo en una camilla
mientras que una de las mujeres me aplica una crema en las piernas, que tiñe el
vello del color de la carne, haciendo que pase desapercibido. Después del
tratamiento, viene otra y me maquilla, resaltando mis pómulos y ojos con
sombras grises, pero es inapreciable
para ser reconocido en la arena.
Al terminar me deja con
Claudette, que aguarda impaciente, me desea buena suerte y se marcha
canturreando de nuevo a por mi traje. Me prueba un enorme traje de minero,
mientras dice que es ridículo y que podría idear uno más sorprendente, pero es
nueva y debe seguir las órdenes del estilista de las chicas, Brad. Me coloca el
casco y dice que el atuendo no está a la altura del vasallaje, refunfuñando, me
enciende la luz y me conduce al carro del distrito 12, donde espera Brad, con
su pelo verde repeinado y antinatural, junto a las chicas y Lenny, cuyos trajes
son igual de horrendos que el mío. Me pregunto cuándo dejarán de vestir a los
tributos del distrito 12 con esos trajes tan ridículos, pero la pregunta es:
¿Cuándo dejarán de producirse estas “competiciones” (por llamar algo a los
crueles Juegos del Hambre)?
No les guardo rencor, ni al
equipo de preparación ni a Claudette, a pesar de que me ha insultado, ya que
son tan estúpidas que hasta me causan lástima. La verdadera persona a la que
debo odiar es a Snow, el causante de todo esto.
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